Uno de los procesos psicológicos más difíciles del ser humano es aceptar la realidad en que vivimos. El complejo sistema de expectativas que creamos sobre lo que debería ser nuestra vida y lo que será en el futuro, nos genera dinámicas de insatisfacción y frustración ante el mundo en qué vivimos.  

Sin embargo, aprender a vivir en nuestra piel, aceptar la realidad que habitamos, es un elemento esencial para una vida sana. En este post, te contamos por qué es nuestra tarea pendiente y te damos un conjunto de consejos para abordarlo.  

 

¿Qué significa aceptar la realidad?

¿Cuántas veces hemos mirado a nuestro alrededor con la sensación de que no logramos la vida que habíamos planificado? ¿Nos ha pasado que perseguimos ideales vitales que, en realidad, no van con nosotros? 

Todos tenemos en la cabeza formas de vida que consideramos ideales y que nos gustaría emular. Tener referentes a la hora de seleccionar las opciones vitales es positivo. El problema es cuando esos “referentes” se convierten en losas de insatisfacción

Los problemas para aceptar la realidad nacen de la distancia existente entre las expectativas preestablecidas, de manera externa o interna, y la realidad de nuestras vidas. La incoherencia entre lo que vivimos y lo que esperábamos vivir de manera ideal genera frustración por expectativas. Esta dinámica psicológica, lejos de animarnos a cambiar elementos de nuestras vidas que no nos gustan, nos lleva a una parálisis y una insatisfacción crónica. 

De esta manera, buscamos un futuro que no es real y no responde a nuestras vidas actuales; sino que se enraíza en unas expectativas imaginarias. Y, al no alcanzar dicho futuro entramos en un sentimiento de fracaso que puede acabar en un sufrimiento sostenido en el tiempo que no permita vivir la vida que sí tenemos. 

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Aceptar la realidad es dejar de exigir una transformación sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que habitamos, para poder vivir en la realidad que sí vives, aceptando el presente y soñando el futuro a partir de ahí. Porque, tal como nos recuerda Carl Jung, la ausencia de aprendizaje sobre los hechos desagradables de la vida provoca la repetición de los mismos, factor que sólo rompemos con la aceptación.

“Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma.” C. Jung

 

¿Es lo mismo aceptar que resignarse?

La concepción popular de aceptación nos vincula con la resignación, el proceso de abandonar cualquier acción transformadora. Pero, la aceptación, tal como la abordamos en psicología no tiene nada que ver con ello. Aceptar no es resignarse ni tolerar una realidad que no nos gusta. 

Aceptar está vinculado con no resistirse a la realidad, al presente que vivimos y aquellos elementos que están fuera de nuestro control. Conlleva una actitud activa de reconocer las vivencias con honestidad y fluir con ellas. 

No es una renuncia a lo que no nos gusta, ni conlleva un abandono de la actitud transformadora. Sino que busca desarrollar la capacidad de adaptación a lo real.  

 

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar lo que no podemos cambiar?

Como esbozábamos anteriormente hay dos elementos que limitan nuestra capacidad de aceptación

En primer lugar, la sensación de fracaso al no cumplirse aquellos planes que habíamos establecido previamente. Planes que pueden proceder de imposiciones externas: “lo que se espera de mí”, “lo que me toca por edad”, “lo que debo a mis padres”, etc. O, por mecanismos impositivos internos: “lo que siempre había soñado”, “mi vida perfecta”, etc. 

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En segundo lugar, la estructura mental que nos lleva a “tener que controlarlo todo”. La autoimagen del ser humano como ser todo poderoso nos lleva a creer que la realidad que nos envuelve puede ser modificada por nosotros a nuestro antojo. Este pensamiento dificulta nuestra capacidad de aceptar lo que acontece. Puesto que percibimos que la realidad es modificable, al no lograrlo, contribuímos a la frustración por no aceptación. 

Estos dos elementos se conectan e interrelacionan en un esquema de certezas y planes fijos donde no hay cabida para la incertidumbre vital. Y procesamos la realidad como un cúmulo constante de posibles variables a tener en cuenta o modificar.

como aceptar la realidad

 

Claves para vivir aceptando las cosas tal como son

La base para vivir aceptando nuestra propia realidad parte de desarrollar nuestra capacidad de diferenciar entre lo que puede ser transformado y lo que no. Ser consciente de qué elementos podemos intervenir, cuáles son cambiables y aquellos que debemos aceptar e incorporar en nuestra vida. 

Un factor relevante para este proceso es partir desde la gratitud hacia nosotros y nuestras vidas. Percibir con un prisma agradecido lo que vivimos genera una actitud positiva tanto hacia lo que es transformable como hacia aquello que no tiene posibilidad de cambio. 

Sin embargo, es imprescindible dejar marchar aquellos propósitos que no son modificables. Incorporarlos como realidad sin generar mecanismos defensivos ante los mismos. Esto supondrá un duelo, asumir que no podemos intervenir y aceptar que sea así no es un proceso sencillo. Pero, nos permitirá vivir en un esquema de realidad.

Mindfulness: el arte de aceptar

El Mindfulness es considerado el arte de desarrollar la capacidad de aceptar el mundo y nuestro entorno, partiendo de una atención consciente a nuestra experiencia vital actual, con respeto, interés, curiosidad y búsqueda de la aceptación.

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De este modo, desarrollamos la capacidad de presencia, poniendo el foco en el momento actual y todo lo que engloba sin perseguir futuros ni quedarnos anclados en pasados. Lo que conlleva un desarrollo de la resiliencia y la capacidad de autorregulación emocional. 

Desde este prisma, os presentamos una serie de puntos que pueden contribuir a la aceptación de la realidad y la focalización del momento presente. 

  1. Aceptarte a ti y a los demás con gratitud. Observar cómo eres y cómo son las personas más cercanas. Pero hazlo con infinito respeto, desechando cualquier prejuicio. Sin incorporar expectativas, sin buscar cambios. 
  2. Centrate en pensamientos racionales y objetivos sobre tu realidad. Que se ajusten a lo que estás viviendo y no expectativas de lo que deberías vivir. Abandona las comparaciones con otras vidas u otras personas. 
  3. Localiza las pequeñas cosas que sí son modificables en tu vida y que te limitan el día a día. Reflexiona sobre las opciones que tienes para cambiarlas y, cámbialas. 
  4. Busca fluir con los acontecimientos sin tratar de cambiarlos o incorporar tu impronta. 
  5. Práctica Mindfulness y desarrolla tu resiliencia. 

Aceptar la realidad vital es la mejor estrategia para vivir de manera sana en la vida que habitas. Te invitamos a practicar las claves de este post. Además, no te olvides de que en ConAlma Psicología estamos a tu disposición para ayudarte en este proceso. ¡Consúltanos!

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