Cómo enfrentarnos a la soledad emocional es uno de los grandes retos y aprendizajes que nos encontramos en la vida.

¿Quién no se ha sentido solo o sola alguna vez? ¿Quién no ha experimentado esa sensación de vacío profundo? Podríamos decir que el sentimiento de soledad es uno de los más intensos y más habituales que sentimos las personas.

Sentimiento de soledad emocional 

Como podemos imaginar existen diversos tipos de soledad emocional cuyo origen genera emociones muy distintas. Sabemos que existe una soledad elegida, una soledad impuesta y una soledad profunda más relacionada con el vacío existencial.

Soledad elegida 

El primer tipo, la soledad elegida es una soledad muy placentera. Supone el disfrute de estar en la compañía de uno mismo, supone disfrutar del silencio y del propio contacto con el ser. Es la soledad buscada, el refugio necesario cuando nos saturamos del entorno o simplemente cuando queremos disfrutar de un buen libro, de una afición, de un paseo o de estar con uno mismo. 

Saber estar solos es fundamental y mejora nuestro bienestar psicológico. Es cierto que las personas somos seres sociales, que necesitamos del contacto de los demás para sentirnos bien, incluso para sobrevivir. Pero también es cierto que una dependencia excesiva de los demás genera mucho dolor. Es, por tanto, muy importante aprender a disfrutar de esos espacios de soledad, no percibir la soledad como algo amenazante, algo a lo que temer, sino un lugar por descubrir incluso por disfrutar.

Soledad impuesta

La soledad impuesta es mucho más densa, dolorosa y difícil de transitar. Este tipo de soledad no depende de nuestra elección, sino que aparece por cuestiones externas a nosotras y que cuando lo hace nos aplasta. Es la soledad por ejemplo de los duelos, de las perdidas que sufrimos a lo largo de la vida. Supone enfrentarnos a la muerte de un ser querido, o a un abandono amoroso o de amistad. Supone tener que luchar en una batalla que no hemos elegido, son las circunstancias las que nos colocan en el campo de batalla, y nos vemos a nosotros mismos allí en medio, destrozados y teniendo una gran lucha por sobrevivir delante. Esta soledad puede generar diversos síntomas psicológicos e incluso derivar en ansiedad o en depresión. 

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Es cierto que después de cualquier tipo de pérdida es natural sufrir lo que conocemos como proceso de duelo donde el sentimiento de soledad es uno de los que más que sufre. Aunque la perdida de un ser querido nos deja una huella de por vida, la sensación de soledad más profunda debería ir desapareciendo a medida que vamos superando el duelo.

soledad no elegida

 

Dentro de esta  soledad impuesta me parece importante mencionar la soledad de nuestro tiempo, es la soledad que sufren muchas personas en la actualidad y que está relacionada con un abandono real. Vivimos en la sociedad del “bienestar” y de la individualidad en su máxima expresión. Hemos perdido, en muchos casos, el concepto de comunidad, de tribu, de cuidado mutuo. Esto se percibe en su manifestación más extrema en las ciudades y en la población de la tercera edad. Nuestros mayores están, en muchos casos, muy solos, con unos familiares muy ocupados y estresados con su trabajo y con sus tareas varias.

Estamos viviendo en la “Era de la Comunicación”, del contacto continuo con el resto de personas, se supone que las redes sociales tendrían que ayudarnos a sentirnos menos solos, sin embargo esto no está sucediendo; en este momento de gran “conexión cibernética” el sentimiento de soledad está en su máximo apogeo. Estaría bien cuestionarnos qué tipo de relaciones estamos creando y, sobre todo, si estamos estableciendo un contacto sano y real con las personas que amamos.

Soledad del vacío

Por último, nos encontramos con la soledad del vacío, la soledad a la que nos enfrentamos cuando nacemos, cuando ese cordón que nos une a nuestra madre se corta y somos seres “individuales” (aunque sumamente dependientes). Es esta soledad que no depende de la gente que nos rodea, es la sensación profunda de que en realidad, en lo más íntimo, estamos realmente solos, que existe una profundidad que solo percibo y que solo siento yo. Esa certeza de que por mucho que me explique, por mucho que me entiendan hay lugares que son solo míos. Esta sensación la tenemos todas las personas y está muy relacionada con la angustia existencial, supone enfrentarnos a nuestro interior.

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De hecho, hay muchos autores que admiten que esta sensación de vacío está prefigurada en el organismo desde el nacimiento: “el primer gran estado de angustia”. La sensación de soledad es un fenómeno fundamental de la existencia del ser humano, está presente desde el momento en que nacemos, hasta el momento que abandonamos la vida. Por  tanto, parece que la angustia que nos produce la sensación de soledad aparece como la inevitable consecuencia de estar vivo.

¿Cómo superar la soledad emocional?

Para tener una buena salud psicológica es importante tener contactos profundos con uno mismo y también tener buenos contactos externos, es decir gente en la que podemos confiar y que nos haga sentir seguros. El éxito estaría en establecer un buen contacto con mi interior y con mi exterior. Saber salir al mundo, relacionarme, sin desconectarme de mi ser. Estar atento a cómo me siento y cuando lo necesite saber retirarme, abandonar lo social y estar en el silencio del propio ser. Aprender a no asustarme de la soledad, percibirla como refugio, como lugar interno de seguridad.

Estrategia para gestionar la soledad

Para terminar una propuesta sanadora: vamos a tratar (me responsabilizo de la dificultad de la propuesta) de no tener miedo a la soledad, de no evitarla, vamos a intentar salir a su encuentro, sumergirnos en ella, ya que existe la creencia de que ahí anda escondida la potencialidad de las personas, la posibilidad de tener un contacto más sano, real y auténtico consigo mismo y con el entorno. 

La terapia psicológica nos ofrece un acompañamiento para afrontar este tipo de emociones que nos asustan y nos hacen sufrir tanto. Resulta más fácil transitar los dolores en compañía de un profesional que nos apoya, nos guía y nos acompaña. En ConAlma Psicología estamos a preparados para transitar a tu lado en este proceso. 

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Autora

Liliana Delgado Melendo

Psicóloga especialista en acompañamiento desde una perspectiva humanista

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