DUELOS Y CRISIS VITALES.

La palabra duelo deriva de la palabra dolor. El dolor es intrínseco a la pérdida de alguien con quien tenemos un vínculo. 

Las personas creamos vínculos afectivos para satisfacer las propias necesidades de seguridad, afecto y pertenencia, entre otras.

Los vínculos se componen de una cierta cantidad y calidad de afectos que son valorados como positivos o negativos por cada uno de nosotros. De tal manera que cuando se rompe el vínculo (pérdida), se da una frustración y de esta surge la rabia y la tristeza. 

El dolor de la pérdida va a depender de dos cosas: por un lado de la calidad del vínculo y de la valoración que hacemos de lo que teníamos, y por otro lado de nuestro patrón de funcionamiento para hacer frente a las pérdidas. 

Este proceso de re-acomodación a una situación nueva requiere tiempo. Sin tiempo no hay proceso, y sin proceso no hay posibilidad de asimilación de la experiencia (la pérdida), ni de crecimiento. 

El proceso de duelo supone una re-adaptación al ambiente y la creciente formación de relaciones nuevas. 

En el proceso de duelo normal el dolor que produce la ruptura del vínculo se traduce en sentimientos de angustia, vacío, rabia y culpa. 

Es necesario atravesar todas las etapas del duelo para elaborarlo. En muchas ocasiones, nos quedamos atrapados en alguna o en varias de estas etapas, y no permitimos que se complete el proceso. 

Cuando esto ocurre, habiendo pasado un tiempo considerable desde que ocurrió la pérdida, hablamos de duelo patológico. 

Hay algunas señales que pueden indicarme que el duelo no está elaborado, o que mi proceso de duelo no está completado. Por ejemplo si evito recordar o hablar de la persona en cuestión, o me sigo sintiendo culpable o rabioso cuando la recuerdo, o muy triste mucho tiempo después. En estos casos es posible que esté en una situación de duelo patológico.

  

Etapas del Duelo

Negación: En esta primera fase no aceptas que el vínculo se ha roto. A veces puedes entrar en estado de shock y pensar que la pérdida no es real. En esta etapa pueden aparecer síntomas como ansiedad, insomnio, ataques de pánico, etc. Es necesario hacerse consciente de que la pérdida es real para poder continuar con el proceso del duelo.

Culpa: Esta emoción está presente en todos los duelos. Detrás de la culpa suele haber sentimientos no expresados a la persona con la que se tenía el vínculo, o bien, cosas por decir o por hacer. 

Quedarse en la culpa hacia uno mismo no nos ayuda a superar el duelo ni nos hace aprender nada, solo empeora las cosas debido al sufrimiento que produce el auto-castigo. 

Quedarse en la culpa hacia el otro tampoco me permite hacerme responsable de mi parte. Por lo que me pierdo el aprendizaje que me permitirá no caer en los mismos errores en el futuro. 

Rabia: Cuando se rompen vínculos nos sentimos frustrados y heridos, por lo tanto es natural sentir rabia hacia la otra persona, o hacia las personas que consideramos responsables de la ruptura. A veces esta rabia la volcamos hacia la vida, la injusticia, hacia Dios, etc. (por ejemplo cuando muere un ser querido). 

Cuando nos quedamos estancados en la rabia evitamos sentir el dolor y seguimos vinculados emocionalmente de forma negativa a la otra u otras personas. Es necesario canalizar esta rabia de forma que pueda ser expresada sin hacer daño ni a uno mismo ni a los otros. 

Tristeza: En esta cuarta fase la emoción principal es la tristeza. Comienza cuando te haces consciente del dolor la pérdida. Este dolor nos hace conectar con un sentimiento profundo de vacío y soledad, y podemos llegar a tener la sensación de que no vamos a poder vivir sin el otro. Aquí aparece el miedo a no poder volver a amar o ser amado, a no ser capaz de superar la situación. Es necesario poder vivir este dolor, ya que es el que nos va a permitir desvincularnos de la otra persona. Si esta etapa no se supera puedo caer en una depresión o sentirme incapaz de volver a rehacer mi vida. 

Aceptación: Esta es la fase final y el punto de inflexión para poder mirar hacia delante y entrar en una nueva etapa. Aceptar que la relación se ha terminado y que puedes vivir sin el otro es fundamental para recobrar la ilusión y sentirte fuerte para iniciar la reconstrucción de tu vida. 

Cualquier sentimiento distinto al del agradecido recuerdo hacia la persona que he perdido, una vez ha pasado un tiempo considerable, indica un duelo irresuelto. Cuando esto ocurre, me quedo atrapado en alguna de estas emociones o en varias no pudiendo rehacer mi vida adecuadamente. 

Desde nuestra consulta te ofrecemos un acompañamiento humano y de calidad en este proceso tan difícil de la vida.

Otros Duelos

 El duelo explicado en el apartado anterior es el que se da cuando se rompe el vínculo con una persona afectivamente significativa, independientemente de las razones por las que se da la ruptura (muerte, separación, divorcio, cambio de residencia, conflicto con la persona en cuestión que termina con la relación, etc.)

Pero hay “otros duelos”. Por ejemplo, también puedo entrar en un proceso de duelo por la pérdida de un animal con el que he establecido un vínculo afectivo.

En otras ocasiones puedo experimentar “otras pérdidas” que también se traducen en procesos de este tipo. Así, la pérdida de cualquier situación que sea emocionalmente significativa para mi puede desencadenar un proceso de duelo.

Algunos ejemplos: la pérdida de un trabajo, de un lugar de residencia, de una ilusión, un objetivo en la vida, la salud, perder la juventud, o una fase vital que me resisto a superar (por ejemplo cuando paso de la niñez o adolescencia, a la etapa adulta), entrar en la jubilación, etc., entre otros ejemplos.

El proceso que se activa en estas situaciones de crisis vital es similar al que se da en el proceso de duelo por la pérdida de un vinculo afectivo, y por lo tanto necesita elaboración para ser superado satisfactoriamente, y para poder seguir adelante con la propia vida.

 

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